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Iván, “ni adivino, ni masajista”



En cada esquina del centro de Medellín, ya es una costumbre encontrarse con el personaje que reparte volantes, y es que ellos ya forman parte del paisaje urbano, oficio que de unos años para acá se ha venido popularizando notablemente.


Hoy es un sábado, de esos en los que parece que todo el mundo tuvo cita en el centro de la ciudad, ya que como dirían por ahí “no cabe ni un alma”. Bajando por la Playa, una conocida calle de la Ciudad de Medellín, el trayecto parece más una carrera de obstáculos, por quien pasa más rápido el semáforo. Entre los obstáculos que se deben sortear, se encuentra Iván López, un hombre de 27 años, que sin siquiera conocer, más de uno hemos tratado de evitar, pues su labor no es muy apreciada por los transeúntes; él reparte volantes en la Playa con la Avenida Oriental, esa esquina es su lugar de trabajo y desde ahí todos los días de diez de la mañana a ocho de la noche reparte hábilmente volantes y digo hábilmente pues a diferencia de lo que piensan algunos no es una actividad sencilla.

Este es un oficio que de unos años para acá se ha popularizado en las calles, y muchos negocios recurren a este medio para hacerse conocer, desde salas de masaje, brujería, ofertas de empleo, hasta la solución para la impotencia sexual encabezan dichos volantes. Aunque Iván no tiene idea de cuantas personas más como el trabajan en esto y es difícil encontrar una cifra exacta, este número cada día va mas en aumento. “Uno en esto termina conociendo desde la niña bonita, hasta abuelitos, esta posibilidad de trabajo ha crecido mucho acá en Medellín y lo bueno es que todos los que estamos en esto, no tenemos rivalidad de nada, antes nos apoyamos y hasta nos cubrimos para almorzar y descansar a ratos”.

No es un secreto, que son más las personas que botan los volantes, que las que los leen y este es el verdadero problema de dicha actividad, porque las calles y aceras de la ciudad se contaminan en gran medida por estos papeles. “Sinceramente para mí lo importante no es si los leen o no, lo importante es que me vean repartiéndolos”, cuenta Ivan.

Aunque no hay casi tiempo para descansar, Iván habla de su oficio, al mismo tiempo que continua repartiendo volantes sobre ¿cómo aprender a arreglar celulares? “Yo creo que yo llegue a esto como casi todos, no encontraba trabajo en ninguna parte y en lugar de quedarme haciendo nada, me puse a repartir volantes de un restaurante donde un amigo trabajaba, luego las personas que lo ven a uno haciendo eso, le empiezan a ofrecer mejores opciones y uno termina repartiendo de todo tipo de volantes, a mi la verdad no me importa, desde que paguen bien…”

Esta no es una actividad ilegal, sin embargo necesita de cierto control por parte de entidades como Espacio Público. Según el periódico del centro de la ciudad: Centrópolis “Con la Resolución 311 de julio 31 de 2008, la Subsecretaría Defensoría del Espacio Público fijó unas pautas para la autorización de la distribución de volantes en Medellín. Esta contiene un acta de compromiso en la que quien solicita el permiso, debe mantener su área de influencia sin basuras de su producto”.

Aunque en realidad la mayoría de estas personas reparten los volantes ilegalmente y sin conocer dicha acta, como es el caso de Iván, quien asegura “En el año y medio que llevo trabajando en esto, nunca me han puesto problema por nada, y es que cuando uno trabaja en la calle, aprende las reglas y una de ellas es saber como moverse cuando están cerca los de espacio público”.

Iván, un hombre de pocas palabras y mas hábil con sus manos para repartir los volantes que como dice él “le dan de comer a mi familia”, poco nos cuenta de esta labor y es que dejar de repartir un momento, puede suponer el no repartir mas. Aunque considera esta labor como algo temporal, pero ya va un año y medio sin encontrar algo mejor.

Concentrado en su actividad laboral repartiendo volantes Iván se desvanece entre la multitud, el ruido y el paisaje de esta ciudad que cada día acoge mas formas de subsistir en sus calles, empleos informales que no cuentan con ningún respaldo ni protección social, pero que abundan en la actualidad.

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